En semanas anteriores se ha visto una ola de campañas para dejar de consumir productos de compañías estadounidenses. Sin embargo, se han preguntado ¿si en verdad deberíamos dejar deberíamos consumirlos?
El caso más sonado fue el de las cafeterías Starbucks operadas en México por Alsea una empresa mexicana que paga a la empresa estadounidense por los derechos de operar su marca Starbucks. Ellos presumen de ser una empresa mexicana y dar trabajo a miles de mexicanos, pero entonces por qué, ¿venden uno de los cafés más caros de México? Nos venden un café con leche (late) en vaso desechable por $62 cuando, si nosotros preparásemos este mismo café incluso con granos mexicanos de buena calidad nos saldría en menos de $10. Si viera esto Alsea se va a defender nuevamente diciendo que tiene múltiples gastos operativos y de marca.
De todas maneras, tras sumar todas estas variables, el valor al que llegamos sigue siendo mucho menor al precio de la taza de café. De acuerdo con el catedrático de Economía Brian McManus, el margen de ganancia de café de Starbucks ronda en el 150%: cuesta 40 centavos preparar una taza de café de un dólar, y cuesta menos de un dólar preparar un café con leche pequeño, que se vende a 2,55 dólares. Literalmente, tienen la gallina de los huevos de oro.
Por el bien de nuestras finanzas personales, quizá deberíamos dejar de comprar café en Starbucks porque es exageradamente caro. Y no es por pagar $62 por un café, el problema es que hay gente que paga esto todos los días antes de llegar al trabajo. ¿Cuánto dinero se gastan al mes en su café de Starbucks? De mínimo $1,240 considerando que toma un vaso solo en los días hábiles. Si estás personas se prepararán esa misma tasa de café en sus casas, dejarían de gastar una buena cantidad. Ahora si por alguna causa no podemos preparo en casa, porque comprar no comprarlo en una cafetería local que nos darán un excelente café preparado incluso por el propietario con mucho esmero y por un precio mucho menor, y sobre todo estamos apoyando a la economía local.
Ese es el ejemplo del café, aquí otro par de casos para ejemplificar el costo elevado de estos productos:
Ford
¿Por qué comprar autos Ford? si son más caros y de menor calidad que otras marcar y ni se diga del costo de mantenimiento. Por algo las ventas de Ford han estado bajando continuamente sin olvidar de su crisis del 2009 que incluso México le ayudó a salir. Aquí un ejemplo de 2 autos del mismo segmento y equipamiento.
Auto Fabricado en Estados Unidos: Ford Focus Titanium, $381,800
Auto fabricado en México: Nissan Sentra SR, $345,300
Diferencia: $36,500
American Express
Estar tarjetas han sido por excelencia las más caras. En la mayoría de sus segmentos cobran comisiones y tasas de interés muy elevadas por un paquete de beneficios que regularmente la gente no utiliza. Hacemos el mismo ejercicio del caso Ford.
Banco de Estado Unidos: Tarjeta Gold American Expres, $1392 de anualidad
Banco Mexicano: Tarjeta Oro Inbursa $0 de anualidad
Diferencia $1,392
Estos son ejemplos de marcas estadounidenses que han logrado gran éxito en sus ventas no tanto por sus productos, sin no más bien por sus robustas y agresivas estrategias de marketing. Lo anterior significa que básicamente estamos pagando por la marca y no por la esencia del producto.
¿Por qué no podemos dejar de comprar productos y servicios estadounidenses?
Porque sencillamente ellos siguen siendo líderes en muchos productos y servicios que nos resultan muy útiles y son indispensables nuestra vida diaria y difícilmente los pudiéramos reemplazar por razones económicas, de conveniencia e incluso de supervivencia. Para ejemplificar esto tenemos a Facebook y su WhatsApp, Uber, el software de Microsoft y ni se diga de muchos fármacos y tecnología en equipo médico que ayudan a muchos a sobrellevar enfermedades graves.
Desafortunadamente, mientras las empresas, universidades y el gobierno de México no inviertan más en ciencia, tecnología e innovación; difícilmente podremos dejar de consumir productos de Estados Unidos.
Usemos los productos estadounidenses a nuestra conveniencia y no a la conveniencia de ellos. No paguemos por marcas, más bien paguemos por la esencia del producto y de esta forma cuidemos inteligentemente nuestras finanzas personales.